Caíto, la película
En 2004 Guillermo Pfening, quien hasta
ese momento se había desempeñado solamente como actor, hizo su debut como
director con el corto “Caíto”, que resultó ganador del premio Georges Méliès en el
certamen organizado por la Embajada de Francia para esa categoría, cuya
temática debía versar sobre “el deseo”. En este caso, se referiría al de su
hermano, Luis “Caíto” Pfening, quien padece de distrofia muscular de Becker, de
ser padre.
El corto sirvió de base para un
largometraje con el mismo título, que se estrenó en 2011 y donde se mezclan el
documental con la ficción y el cine dentro del cine. En efecto, Guillermo
Pfening decide filmar distintos momentos de los días de su hermano Caíto en la
casa paterna de Marcos Juárez, una localidad de la provincia de Córdoba, en
Argentina. Así va a narrar sus rutinas y sus sueños, como el de desarrollar
algún negocio y el de tener un hijo, y lo hace con los protagonistas que
realmente participan en su vida: su padre, la kinesióloga, la señora que ayuda
con los quehaceres domésticos, quienes no quieren actuar en la película, que
–de todos modos- está siendo filmada. Entonces convoca a actores profesionales
para personificarlos (Lucas Ferraro, Juan Bautista Stagnaro, Romina Ricci).
La
película, que contó con la producción de Pablo Trapero, que ya había dirigido a
Guillermo Pfening en “Nacido y criado”, es “deliciosa”. Además del amor
fraternal que exuda todo el tiempo, desarrolla otras dos líneas argumentales,
que son la relación de Caíto con la “Suzuki”, una chica del pueblo,
supuestamente ligera de cascos (de ahí el apodo), de la que está enamorado, y
con Anita, una niña que sufre maltrato y que servirán
Sin
golpes bajos, con muy buenos momentos, con escenas memorables como la del
tanque australiano y otras muy logradas como la del viaje de Caíto en el
cuatriciclo con “la Suzuki” (muy buena Marinha Villalobos) y Anita, la película
de Pfening celebra lo que merece celebrarse y nos deja con una sonrisa.
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