Un simpático artículo del New York Times del 4 diciembre de 1897 planteaba un interrogante que - se ve- formaba parte de las inquietudes de la época: si los Griegos que describe la literatura clásica y muestran las esculturas de Fidias, Praxiteles y Miguel Ángel habían desaparecido o no de la faz de la tierra. Los más preocupados por esta cuestiones parecían ser los teutones. A estas alturas puede decirse que los griegos por una razón u otra siempre le produjeron a los alemanes un quebradero de cabeza. Tienen que ser su némesis, como para Sherlock Holmes el Dr. Moriarty. (Piénsese que además de su desorden fiscal, excesivo gasto público y vida – en opinión de muchos de ellos-, disoluta, entretuvieron a Hitler para que los rusos y el invierno hicieran el resto).
¿Qué pasó con esos griegos rubios, de
pelo ensortijado, ojos azules, narices rectas y cuerpos esculturales que
describen Platón y Aristarco de Samotracia?
A pesar de las elucubraciones y los ríos de tinta de tesis doctorales e investigaciones antropológicas y los de café, celuloide, tabaco y escarbadientes gastados no tenemos respuestas conclusivas.
A pesar de las elucubraciones y los ríos de tinta de tesis doctorales e investigaciones antropológicas y los de café, celuloide, tabaco y escarbadientes gastados no tenemos respuestas conclusivas.
Se dice que una plaga los
aniquiló. El redactor del New York Times se pregunta qué pasó con
los que se fueron a Sicilia y al sur de Italia, los que vivían en
Asia Menor, la Magna Grecia o Constantinopla, que lograron preservar la
pureza de la raza a pesar de los siglos de dominación turca. Los “tal vez”, “quizás” y “al parecer”, seguirán circunvalando la respuesta debido a lo incomprobable de los condicionales contra-fácticos, de valor de verdad indeterminado.
Los que vemos hoy son, en su
mayoría, de pelo oscuro o atezado, nariz levantina y estatura
media; que traducido significa que son morochos de pelo en pecho (en algunos
casos parecen que los hubieran “tejido”), de buenas narices (Rostand diría “superlativas”), y algo
petisos.
Lo cierto es que aún
si lo de rubio de ojos azules fuera mero convencionalismo, (mi amigo Andonis afirma que a esos todavía se los encuentra en un enclave en India a donde llegaron con Alejandro de Macedonia, y que andan 'encubiertos') los griegos, de cualquier color o tamaño de nariz, ya como armadores o estibadores de puerto,
pescadores de pulpos en Creta o intérpretes del clarinete o el buzuki, errantes
o pastores, siguen alimentando las fantasías de miles de mujeres -y de hombres-,
en todo el orbe. Y si queremos darles -o quieren darse- un toque “clásico”, la industria cosmética nos brinda infinidad de afeites para alcanzar el objetivo.
Querida Fabiola, como es posible que me hagas desilucionar de esta manera! Yo, como muchas mujeres, creia en estos "super hombres" al estilo Brad Pitt en Troya, con esos biceps y cuadriceps, altos, de mandibula grande, bronceados por el sol, y ahora me venis a decir que no son tan distintos a los hombres que veo todos los dias? Que desilucion! Jajaja un abrazo enorme!
ReplyDelete