Sunday, January 18, 2015

Fabiola Rinaudo. Crónicas mundanas. : Griegos rubios, altos y de ojos celestes: realidad...

Fabiola Rinaudo. Crónicas mundanas. : Griegos rubios, altos y de ojos celestes: realidad...: Un simpático artículo del New York Times del 4 diciembre de 1897 planteaba un interrogante que - se ve- formaba parte de las inquietu...

Griegos rubios, altos y de ojos celestes: realidad o ficción?




Un simpático artículo del New York Times del 4 diciembre de 1897 planteaba un interrogante que - se ve- formaba parte de las inquietudes de la época: si los Griegos que describe la literatura clásica y muestran las esculturas de Fidias, Praxiteles y Miguel Ángel habían desaparecido o no de la faz de la tierra. Los más preocupados por esta cuestiones parecían ser los teutones. A estas alturas puede decirse que los griegos por una razón u otra siempre le produjeron a los alemanes un quebradero de cabeza.  Tienen que ser su némesis, como para Sherlock Holmes el Dr. Moriarty. (Piénsese que además de su desorden fiscal, excesivo gasto público y vida – en opinión de muchos de ellos-, disoluta, entretuvieron a Hitler para que los rusos y el invierno hicieran el resto).

¿Qué pasó con esos griegos rubios, de pelo ensortijado, ojos azules, narices rectas y cuerpos esculturales que describen Platón y Aristarco de Samotracia?
A pesar de las elucubraciones y los ríos de tinta de tesis doctorales e investigaciones antropológicas y los de café, celuloide, tabaco y escarbadientes gastados no tenemos respuestas conclusivas.

Se dice que una plaga los aniquiló. El redactor del New York Times se pregunta qué pasó con los  que se fueron a Sicilia y al sur de Italia, los que vivían en Asia Menor, la Magna Grecia o  Constantinopla, que lograron preservar la pureza de la raza a pesar de los siglos de dominación turca. Los “tal vez”, “quizás” y “al parecer”, seguirán circunvalando la respuesta debido a lo incomprobable de los condicionales contra-fácticos, de valor de verdad indeterminado.

Los que vemos hoy son, en su mayoría, de pelo oscuro o atezado, nariz levantina y estatura media; que traducido significa que son morochos de pelo en pecho (en algunos casos parecen que los hubieran “tejido”), de buenas narices (Rostand diría “superlativas”), y algo petisos.

Lo cierto es que aún si lo de rubio de ojos azules fuera mero convencionalismo, (mi amigo Andonis afirma que a esos todavía se los encuentra en un enclave en India a donde llegaron con Alejandro de Macedonia, y que andan 'encubiertos') los griegos, de cualquier color o tamaño de nariz, ya como armadores o estibadores de puerto, pescadores de pulpos en Creta o intérpretes del clarinete o el buzuki, errantes o pastores, siguen alimentando las fantasías de miles de mujeres -y de hombres-, en todo el orbe. Y si queremos darles -o quieren darse- un toque “clásico”, la industria cosmética nos brinda infinidad de afeites para alcanzar el objetivo.