NEFIAC 2013: "Se robaron todo. Y se robaron a Raymundo" dice Juana Sapire en el documental de Cynthia Sabat, "FUEGO ETERNO"


La construcción de la memoria desde la ausencia

“Con la cámara una piensa que es invencible, invisible… y todo, y después, te matan” dice Juana Sapire. Se refiere a su compañero Raymundo Gleyser, detenido-desaparecido durante la última dictadura militar argentina por su compromiso militante.

Es parte del relato que registra Cynthia Sabat en su opera prima “Fuego eterno”, que se exhibió en la Universidad de Yale, durante el segundo día del Festival. Buena parte de este documental se filmó “en el camino”, y la cámara transcurre por calles de Nueva York donde Juana Sapire buscó refugio para ella y su hijo; y algunas de Buenos Aires, cuando Juana regresa para dar testimonio en el juicio que se siguió a los responsables del centro de detención El Vesubio.

¿Qué hizo Raymundo Gleyser para merecer el destino que tuvo? Filmar películas con un alto compromiso social, dando voz a los que no la tenían. (Definitivamente hay pocas cosas más subversivas que eso). Había formado lo que se conoció como “Cine de la Base”, con la idea de llevar el cine a los protagonistas de sus películas: obreros, campesinos, pueblos originarios y su idea era exhibir sus proyecciones en cualquier parte y con mínimos recursos. A excepción de “Los traidores” que fue el único film que dirigió de ficción, se dedicó al documental político y así vieron la luz, entre otros, “México, la revolución congelada” y “La tierra quema”.

Estas películas, al decir de Juana Sapire, eran “errantes” hasta que Liliana Mazure, presidente del Instituto Nacional de Cine de la República Argentina (Incaa) les otorgara carta de ciudadanía.

Todo el movimiento casi incesante de la cámara es un recurso que acompaña claramente la narración, y la edición y el color parecen retrotraernos a algún momento de los 70’s o de los 80´s. Ese contínuo discurrir de las imágenes no es otra cosa que un viaje a la memoria.

Sabat recorre con los protagonistas, Juana y su hijo Diego, quienes tienen opiniones encontradas acerca del perdón a los genocidas, un camino en el que la figura de Raymundo se va armando en la ausencia y su historia crece, mientras la vida transcurre pacíficamente. Algunas escenas conmueven especialmente, como las que muestran el veredicto de los jueces de Buenos Aires, porque no se puede permanecer impasible ante lo abominable. Muy buen trabajo de Sabat, que deja ganas de más.

En la actualidad, Cynthia Sabat y Juana Sapir están trabajando en un libro sobre la vida de Raymundo.

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